Durante la Edad de Piedra, estas colinas ya estaban pobladas - hachas y herramientas de piedra se encuentran dispersos en los bosques ahora convertidos en campos de olivos. Era un lugar de abundante agua y cuevas para refugio y defensa. El Cerro fue importante para las tribus primitivas y también para romanos, visigodos y almohades; aquí se han encontrado restos de herramientas, edificios y enterramientos. La cima del cerro fue seguramente el punto vigía para ver hasta la confluencia de los ríos Genil y Pesquera, ahora el pantano de Iznájar.
Los viajeros de Málaga a Madrid a través de Loja, Algarinejo y Priego, pasaban por aquí, descansaban con sus animales y se aprovisionaban en Puerto Blanquillo, probablemente en El Cerro, que fue una vez una posada.
Hasta mediados del siglo XIX la finca fue propiedad del Excelentísimo Señor Conde del Castillo del Tajo, ésta tenía monte, tierra de calma, una casa de teja, una era y unos olivos. La vendió al tío del abuelo de Miguel el 6 de julio 1859 (valorado en 10.000 pesetas !, 60 euros). El abuelo de Miguel la heredó de su tío en 1910. Pídale a Miguel que le cuente la interesante historia de éste regalo.
Esta foto fue tomada el siglo pasado y muestra el edificio como era, notará que delante y detrás no hay olivos, sino campos sembrados. Los olivos alrededor de la casa se plantaron más tarde.
El paso del tiempo y la desocupación del edificio durante unos años provocó el deterioro gradual del mismo. Los recuerdos, la historia del cortijo, la belleza de su emplazamiento y del entorno nos impulsó a renovarlo y modernizarlo. El Cerro se convirtió en casa rural en el 2003.
En El Cerro se han alojado cientos de personas provenientes de muchos países y todas han manifestado haber disfrutado sus vacaciones, junto a familiares o amigos, tanto del alojamiento y su entorno como de las visitas que han realizado por toda la zona.